Una nueva oportunidad para el ‘oro blanco’

El Nuevo día Dom, 02/10/2022 – 08:00

La resurrección del algodón en el Tolima deja cada vez más de ser un presagio al que se aferran los nostálgicos agricultores, para convertirse en una realidad.

Si bien, hace unas décadas el cultivo de la planta de algodón creaba un fuerte jalonamiento a la economía del Tolima y el país, esa nieve blanca que se teñía en varias hectáreas fue lentamente perdiendo dinamismo y presencia en la región. Hoy, sin embargo, a trancas y barrancas, diferentes actores pronostican su resurrección.

Jorge Ignacio Tamiran, un espinaluno de corazón que trabaja en una empresa algodonera, es una de las tantas personas que observan con optimismo el despegue que está teniendo este cultivo, luego de que durante mucho tiempo fue relegado por otros productos. Se acomoda el sombrero tejido a paja que lo protege del exacerbante rayo de sol, y comenta como: “Todo parece indicar que va a haber un resurgimiento de algodón, y Dios quiera que así sea, pues esto ha ayudado mucho a mi familia y a las de todo el pueblo”.

Mientras alimenta con algodón a la máquina desmotadora, la cual se encarga de recibir el producto crudo y procesarlo, Tamiran comenta cómo los paisajes en esta época del año se asemejan a los de la década del 90; y no es por menos, ya que la Confederación Colombiana de Algodón (Conalgodón) proyecta que las cosechas son tan grandes en el Tolima, Huila, Cundinamarca, Valle, la Costa y los Llanos Orientales, que podrían generar ingresos cercanos a los $400.000 millones en el periodo 2022 – 2023.

Con un tono de voz certero, de esos que solamente dan los años y la experiencia, Jairo Palma Cifuentes, quien es director de Emprenorte y productor de algodón desde hace 38 años, describe la actitud que ha tomado con respecto a los vaivenes de su labor. “Yo mantengo la continuidad en el cultivo y he conocido todas las crisis que han existido en el tiempo, por lo que nosotros tratamos, como cualquiera, de aprender a sobrellevarlas (…) porque lastimosamente siempre habrá contratiempos que resolver”.

Sin embargo, no tartamudea a la hora de asegurar que el cultivo del ‘oro blanco’ tiene futuro, no solo en Tolima, sino en todo el territorio nacional. Ello lo explica recurriendo a dos cuestiones: la biotecnología que hace más fácil el control y manejo de plagas, que tantos dolores de cabeza le generaron a los agricultores que debían incurrir en elevados costos; y la rotación con cultivos de maíz o arroz, que sirven como cultivo intercalado para mantener suelos limpios y una buena sostenibilidad.

El crecimiento del sector se hace manifiesto si comparamos que en el 2020 se destinaron 2.000 hectáreas de superficie sembradas entre Tolima y Huila para la mota blanca, mientras que en este año la cifra asciende a unas 5.750 hectáreas. Otro dato que resulta ilustrador es que Colombia produce en promedio una tonelada de fibra por hectárea, mientras que en Estados Unidos la cifra es de 0,85 toneladas.
“La característica de esta fibra que nosotros producimos aquí en el Tolima, especialmente en El Espinal, es una de las que mejores características tiene en cuanto a resistencia y longitud.

“Eso quiere decir que en este momento la industria nos está comprando todo lo que produzcamos, lo que lleva a que no haya problemas de comercialización y, por lo tanto, tengamos garantizada la financiación del cultivo, lo cual es un paso importante para que resurja el algodón.”, afirmó Jairo Palma.

Sin embargo, pese a las expectativas, Palma comenta que existen una serie de figuras que aminoran los riesgos en los que incurre un agricultor a la hora de apostarle al algodón, ya que su precio tiende a fluctuar por estar sujeto a los valores en la Bolsa de Nueva York.

Una de ellas, consiste en la denominada ‘agricultura por contrato’, en la que aquellos que necesitan materias primas del sector agropecuario negocian con los productores para fijar precios de compra predeterminados, antes de iniciar el cultivo, lo que le daría cierta certeza a los campesinos de no trabajar el algodón a pérdida.

“Hay una característica en el cultivo del algodón, y es que es el único que desde hace muchos años tiene ‘agricultura por contrato’, lo que significa que cuando el agricultor siembra, ya puede hacer el contrato de venta a través de la agremiación, con la empresa que adquiere la fibra”, afirmó Rafael Martínez, quien es coordinador de encuentro y fomento de Conalgodón.

Martínez argumenta que, en unos límites razonables, ello ayuda a que no se pierda esa euforia por el ‘oro blanco’, pues independientemente de que los commodities internacionales fluctúen por cualquier noticia como una helada en EE.UU. o la falta de contenedores en China, los agricultores seguirán teniendo la seguridad de no perder su inversión.

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